Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

martes, 15 de mayo de 2012

Cambios.

Alma revisó el interior una vez más. Aquel lugar estaba totalmente destruido, ya no quedaba nada.

 Recordó esos momentos mágicos... Aquellos que compartía con Ange y Elle. Aquellos días de lluvia en los que se sentaba en el alfeizar de la ventana, sin nada más que hacer. Aquellos días de tranquilidad, fuera del estrés, cuando el sol acariciaba su piel, dejándola fluir por todos los poros, reconfortándose. Todo aquello se había ido.

Progresivamente, Alma decidió que ni siquiera tenía tiempo para las historias, para inventarlas, crearlas. Miró a todos aquellos pequeños seres, que brillaban en la oscuridad como motas de polvo. Una lágrima empezó a resbalar por su mejilla... ¿Por qué tenía que renunciar a todo aquello? Se sentía tan sola a veces... Porque a pesar de tener gente que la quería, aunque no estuvieran allí... Nunca estaban alli. Siempre sería una persona solitaria, sin esperar absolutamente nada a cambio de sus relatos. Algo así como un cuentacuentos... Si más o menos así debían de ser los cuentacuentos.

 Esperó unos segundos, mirando todavía a lo que parecía un cielo estrellado en el medio de su salón. Clius, Skye, Helen, Henry, Victoria... Todos ellos... Solo habían salido de su cabeza... Todo era ficción, eso era de lo que estaba rodeada. Solo tenía buenas vibraciones al cerrar los ojos e imaginarse en otros lugares, otros mundos... Otros mundos...

 -Lucia, Lucia... ¿Estás bien?- Alma miró a su alrededor. No estaba en casa, no en su casa. No en aquella mansión, medio derrumbada en ocasiones, perfectamente arreglada en otras, donde las cosas se movían, los cuentos salían sin más, a borbotones. No estaba la ventana con el enorme alféizar desde el que veía el lago... Ninguna de esas cosas estaba allí, ni siquiera tenía su vestido largo con ella. Alma observó sin comprender a toda la gente que la miraba con cara de asustados.

 Seguía sin entenderlo. Su cabeza se había golpeado contra el suelo, y dolía. Sentía como toda su espalda estaba dolorida, y fría. Alguien le ayudó a levantarse... ¿Él? No, no podía ser él... ¿O si? Pronunció el nombre bajito...

 -¿Ian?- El chico sonrió levemente mientras tiraba de ella hacia arriba y la estabilizaba en pie- ¿Eres tú?

 Alma se sentía confusa, hacía años que no recordaba aquella aura, no era la de siempre, no era el de siempre, pero era su aura. En otro aspecto, en otra voz, en otro hombre... Pero era él, estaba segura de ello.

 -Parece que se ha dado un golpe fuerte, ni siquiera recuerda los nombres con propiedad- Una de las chicas que me rodeaban rió por lo bajo, haciéndome recordar a alguien que se reía así, quitándole importancia a los problemas una vez resueltos. Seguía confundida, abrazada a un cuerpo que no era el de Ian, pero reconfortaba igual. Alma abrió uno de los ojos.

 De pronto su linea de horizonte se había vuelto ligeramente más baja. Se miró las manos. Unas uñas rojas, rojas... Aquel color tenía que tener algún significado para ella aquí, como no. Se soltó de Ian y salió corriendo en dirección al baño... ¿Cómo demonios sabía donde estaba el baño? Pues lo sabía. Aquel no era su mundo, no era su terreno. No su lucha, ni su ambiente. Se miró al espejo desconfiada, tocándose la cara con incredulidad, mientras escuchaba pasos apresurados. Aquello no podía estar pasando.

 -¿Lucia...?- La voz de Ian retumbó en mi cabeza. Todo aquello tenía el mismo sentido que un perro de color verde. Aunque para Alma, había muy pocas cosas imposibles.

 -¿Por qué demonios me llamas Lucia?- Alma se retractó al girarse y ver la cara del chico otra vez. Ni siquiera sabía como había sido capaz de abrazarle un rato antes... ¿Qué era todo aquello?

 -Porque te llamas así... Siempre te has llamado así. El golpe ha debido ser lo suficientemente fuerte para que tengas amnesia temporal...- El chico recapacitó durante unos segundos, apartando la vista. Luego le tendió la mano y añadió- Alex.

 ¿Alex? ¿Eso era todo lo que tenía que decir? Alma cada vez entendía menos.

 -Vaya... ¿Tampoco te suena? Quizás es más grave de lo que pensamos en un principio- La cara del chico se descompuso en una mueca de preocupación- Alex... Estudiamos juntos aquí, ¿recuerdas?

 -En mi vida he estado aquí antes- respondió Alma- Yo solo... Cerré los ojos y ahora estoy aquí.

 -¿Y entonces como sabías donde estaba el baño?- Alma comenzó a comprender lentamente, omitiendo dar respuesta a la pregunta que le acababan de formular. Era posible... ¿Era posible que finalmente hubiera renunciado al completo a aquella vida bohemia? Aquella que empezaba a tornarse imposible.... Difícil de controlar... De domar. Quizás todo aquello era simplemente otro traslado, a otro cuerpo que necesitase un poco de esa tranquilidad que faltaba tanto. En un nuevo mundo... Aquello, era un nuevo comienzo. Otra historia. Una historia dentro de una chica, con uñas rojas.

 N.D.A: Cierto trastorno mental con mis uñas de hoy y los exámenes a dos semanas. Ugh. Cuanto tiempo sin escribir algo así de largo y así de jodidamente difícil de interpretar. A veces ni yo lo consigo ;) Pero había que tomarse un descanso, dando por hecho de que mi compañera de biblioteca casi me mata por parar de trabajar. Uh. Continuemos pues. Primer acto finalizado.