Eché a Kvothe.
Tuve que hacerlo. Como tirar una manzana aje se empieza a pudrir antes de que toda la cesta lo haga.
Cerré las puertas.
Me aislé. La casa se quedó vacía, solitaria. Empecé a olvidar cuándo era de día y cuando de noche porque corrí todas las cortinas de las estancias hasta que los rayos de sol no pudieron penetrar al interior.
Y así me mantuve hasta que llegó ese fatídico día. Ese en el que alguien nuevo consiguió romper la coraza, encontrar la grieta. Parece mentira que después de tantas veces siga picando.
Es verdad, la gente ha aprendido a decir lo que quieres escuchar. ¿Habrá sido eso? ¿Por qué pensé que sería buena idea?
¿Por qué decidí picar y tirarme al abismo?
Ojalá hubiera sido ahí, aunque sabía que no. Ojalá me hubiera conocido. Ojalá hubiera sido. Sin riesgo.
¿Tendré la oportunidad en algún momento?