Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Ni números, ni lineas.

Flores. He pensado, mientras trataba de estudiar, en lo bonito de la situación.

Paris, oooh maravilloso y bohemio Paris, te echo de menos. La musique.

Recuperando aquella entrada, vieja. Aquel encuentro efímero, esa explosión de sentimiento encontrados que han tomado otra forma. Pero no otro color.

Aquel sofá rojo, en una habitación azul. Impensable a los ojos estéticos.

La tapicería ha pasado a ser un vestido. Un vestido delicado, de tela suave, listo para ser llevado por un precioso colibri.

Y no hay dos si tres. Pues esta vez son dos.

Si, las lineas y los números, las ideas del espacio, de lo que se puede jugar con él me alejan de lo que realmente representa el campo en el que juego: vida.

Creo que por primera vez he entendido, comprendido que es lo que significa lo que yo hago.

Proyecto vidas. Cuando inventas un salón, una cocina, una habitación... Estás imaginando como vivirá la persona que compre la casa. Imaginas como se sentirá, como se desenvolverá.

Quizás entender eso es el paso más importante. Sin embargo, falta el equilibrio.

Por supuesto, no quiero proyectar siempre para los demás, quiero... Vivir dentro de lo que proyecto.

Imaginaos... Por un instante, que proyecto un salón de baile, y juntamos a un rubio, un vestido azul, y a la soñadora.

Aaaah, así fue como lo deduje, de aquella película que no fui a ver contigo. Ah, pero lo que me ayudó a comprender. Imagina, que vives dentro de un espacio que puedes, con solo pensarlo, llenar de bloques, de escaleras, de muebles, de colores, de formas y de tactos.


Imagina todo eso. Pero imagina... Que no lo puedes tocar, sentir, ni ver.

¡Qué triste! Volviendo a ese salón... Si lo fabricas, si lo moldeas como quieres, si... eres capaz de vivir dentro de ese molde después, entonces, y solo entonces, sabrás que has terminado de imaginar en abstracto para construir.



Para construir no solo... una estructura, sino... también una vida, millones de vidas, incluida la tuya, a 60 km de distancia, con un vestido verde, un rubio y la noche por delante.


¿De qué color es el vestido, entonces?

lunes, 1 de noviembre de 2010

Cobardía se parece demasiado a tu nombre.

Si, te hablo a tí, pequeña bestia parda, desastre de experimento. Si, tú, ese ente sin sentido concreto, ni forma, sin estilo definido, con una estética caótica. Te hablo a ti.


¿De qué te alejas? ¿De qué te escondes? No lo sé, no sé si quiero saberlo. No sé de hecho si quiero volver a saber de tí, whatever.

Porque me cabrea la falta de comunicación, y lo sabes. Sabes que me parece mal que no me cuentes las cosas, y sé que pasa algo, algo importante que estás decidida a no contarme, al menos directamente, pero oye, whatever.

No, whatever no, quizás parece egoísta por mi parte, pero me haces atribuirme el mérito de no merecerme tus secretos, y ooh, si esto podría ir en un privado, pero... la casualidad quiere que no lo pueda mandar.

¿Qué existe el correo? Lo sé perfectamente, ¿Qué no lo uso? Si, eso también lo sé.

Estoy gastando una preciosa entrada, lo que podría ser preciosa, por tratar de decirte que tengo sospechas, como siempre sospecha Sherlock Holmes, y que me están echando hacia atrás ¿Qué cuales son? Ni las sabes, y francamente ni te importan.

Pero, whatever, es tu respuesta para todo ¿No? No vale un whatever.

Éramos tres y cuatro, lo fuimos siempre. Pero parece que solo una de nosotras era el hilo conductor de las demás ¿No sabemos vivir con ella lejos? Quiero decir, juntas, no sabemos vivir juntas.

Claramente que me duele, me está doliendo que no hables conmigo que no me lo cuentes, ¿Acaso es tan importante no hablar de ello?

Pues, bueno, no sé, las ideas vuelan, VUELAN.

No pretendas que siempre aguante que te guardes las cosas para tí, porque eso es conseguir el efecto contrario a lo que esperas.