Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

domingo, 9 de enero de 2011

Son las doce y veinte...

Del 10 de enero del 2011.

No pretendo empezar a usar este blog como un diario, a pesar de que ya lo esté haciendo de una manera encriptada.

Hoy, hoy tengo miedo. A esta hora, y en este día, a 96 horas de mi catástrofica prueba como aspirante a arquitecto no puedo hacer otra cosa que desvanecerme en esta página blanca y azul.

Si, tendría que estar con un lápiz y una goma en las manos, emborronando una lámina que no pasará del cuatro, siendo muy generosos conmigo mis amables profesores.

Esto... realmente es lo que quiero, si. Pero el nerviosismo me abruma enormemente con esta cuenta atrás para mi exámen de introducción que tanto temo, y para el que el libro se ha quedado cerrado. Con plan de estrenarlo mañana, por supuesto.

Tengo miedo, claro está, porque pensamos en todas las notas posibles por debajo del cinco.

Es obvio, hemos empezado una nueva etapa, y a cada paso que damos, cada avance que nos indica que estamos arriesgando por tener la formación necesaria y salir adelante cuando nos encontremos solos; nos parece que estamos más lejos de cuando, de pequeños, jugabamos a aprender a leer y a escribir. Estamos arriesgando, y como arriesgamos, tenemos el problema de fallar.

No hace mucho, me caí patinando. Con mis tíos. Mi tío insistía en que ponía cara extraña, porque aquel día no podría decir que no me había caído ni una sola vez. En realidad, me estaba agobiando pensando en lo que tenía que hacer al volver a casa.

Hablas, y hablas de todo lo que estudias. Cierras los ojos, y aparecen lineas, letras impresas, muchísimos apuntes. Aparece lo que te agobia.

Respira. Respirad todos. Esto solo sirve de aliento. Seremos arquitectos, médicos, arqueologos, empresarios, profesores, filólogos, seremos todo cuanto queramos ser, porque somos capaces. Todavía más si somos capaces de no caer.

Escucha, es un aliento. Estudia lo que puedas, y esfuérzate, porque al menos, te habrás esforzado. Hazlo, y no habrá ningún problema.

Es la una y cuarto del 10 de enero. A cuatro días del desastre. Y tras mi breve pausa escribiendo, vuelvo al trabajo con fuerzas. Porque al menos yo, sé que puedo superarlo.

Así que tú, que eres mejor que yo, en todos los aspectos, puedes, todavía mejor.

Seas quien seas, claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario