Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

domingo, 5 de mayo de 2019

Cascarón

Ojalá nunca me hubiera ido de aquella casa. Aquella casa perdida en medio del bosque, de dos pisos, donde abundaba la madera y la piedra.
Cualquiera que quisiera entrar ahora allí, la encontraría en ruinas, destruída, convertida en cenizas en el interior, pero perfecta en el exterior.
Ojalá hubieras llegado entonces y tuviera opciones a contarte algo más interesante de lo que hay ahora.
Antes había una mujer, joven, aunque con la mente de alguien que había vivido más de doscientos años. Solía sentarse en su butaca de color rojo, cerca del fuego, y esperar a que un jovencito rubio bajase a tocar el piano que había en el gran salón.
O esperaba sentada en el amplio alféizar de la ventana a que una pequeña señorita bajase com un nuevo libro cada día para aprender.
Hubo mucha más gente, por supuesto.
Ojalá hubieras llegado entonces, y podría haber añadido a alguien más, alguien a quien contarle las historias que antes podía imaginar, aunque quizás fuesen infantiles.
A estas alturas, sería absurdo reconocer que esa gran casa en medio del bosque representaba mi corazón, y que esté clausurado ahora mismo es algo muy triste. Es un cascarón, se doblega fácil ante los problemas, pero es mi cascarón.
No es difícil crearle una grieta, pero es mi cascarón... Quizás la culpa es mía, por hacerlo de madera y no de acero, pero es mi cascarón. Y solo tengo uno.
Para los demás, esto no existe. Nadie sabe que, en el fondo, todo es negro y la parte exterior es lo más bonito que hay y por eso la casa sigue sin visitantes por el momento.
Pero si alguien se acercase lo suficiente, y mirase por el alto ventanal desde el exterior, vería que hay algo que todavía espera dentro: en el medio del salón, justo delante de la chimenea, hay un pequeño bulto envuelto en una manta.
Si alguien tuviera la suficiente curiosidad, intentaría limpiar el polvo del cristal y descubriría que el bulto en realidad no es tan pequeño, solo lo parece por el ángulo en el que se encuentra, y que recuerda mucho a la forma de un cuerpo humano tumbado en el suelo.
Si alguien tuviera la suficiente curiosidad para aguantar la mirada largo rato después de ese hallazgo, se daría cuenta de que se mueve, levemente, por el constante entrar y salir del aire en sus pulmones.
Si alguien tuviera la suficiente curiosidad... Quizás quisiera comprobar si la persona del interior está viva.
Y descubriría que, aunque la casa es un cascarón, la puerta siempre ha estado abierta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario