Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

domingo, 2 de febrero de 2020

El árbol de la vida


-¿Kvothe?
La voz de Alma rebotó contra las paredes de la casa con un ímpetu propio de las olas rompiendo en la dura roca. Hacía días que no veía al moreno por ninguna parte y empezaba a preocuparse de que hubiera emprendido un camino que le llevaría en la dirección contraria a lo que ella...
-Aquí - El ojiverde entró en ese preciso instante en la casa, cubierto de barro de los pies a la cabeza, despeinado, y con hojas enredadas en el cabello.
-Pero... - rechistó la joven al verlo en semejante estado - ¿¡Dónde te has metido!? - Alma estaba notablemente alterada, automáticamente había puesto los brazos en jarras y observaba al joven con el ceño fruncido.
-¿Te han dicho que así estás aún más fea? - dijo Kvothe con sorna.
-¡Pero bueno! - La expresión de Alma se relajó un tanto, intentando mantener todavía la compostura y aguantando la pequeña sonrisa que se estaba asomando en sus labios - Ve a ducharte y luego hablamos, no pienso dejar de deambules por la casa en este estado...
El moreno obedeció, sorprendentemente sin rechistar, y subió las escaleras al piso de arriba.
Alma se tumbó en el sofá, ahora de un color azul zafiro desde que aquel chico había descubierto la casa. Le sorprendió gratamente descubrir que ya no recordaba de qué color era antes el sofá.
-Alma... - Kvothe apareció por la puerta del salón, agarrado ligeramente al marco y evitando la mirada de la joven, observando las paredes y la chimenea, como si no recordase que aquella era su casa y la estancia fuera desconocida para él - Mi trenza....
-Oh - la morena dejó escapar un suspiro - Ven, anda.
Kvothe se acercó a ella y se sentó en el sofá, dándole la espalda. El pelo del chico era corto, a excepción de un mechón de pelo situado en el inicio del cuello que era casi tan largo como el pelo de Alma. Cuando había venido por primera vez, el mechón estaba perfectamente recogido en una trenza fina y desde que vivía ahí, nunca se había deshecho... Pero claro, después de todo, ninguna trenza sobrevive a un baño después de pasar en el bosque una semana.
- ¿Y si te cuento una historia mientras?
- Tú nunca cuentas historias...
-Eso demuestra lo poco que me conoces - replicó Alma mientras separaba el pelo en tres mechones iguales y comenzaba a trenzar - Veamos...
<< ¿Sabes que una vez cambié de mundo? Hay más que este. Mundos donde hay muchísima gente, que nace en ellos y vive allí toda su vida. Como la Tierra. Puede que esto te sorprenda, pero no, no estamos en la Tierra. La historia que voy a contarte si>>
-Espera - dijo Kvothe - ¿No estamos en la Tierra?
-No - respondió Alma - La gente llega aquí desde sus vidas diarias y decide si se queda o se va. Normalmente se van. Pasar unos días de vacaciones... Respirar aire y darle descanso a la cabeza, pero nunca se quedan. Este sitio no es para todo el mundo, ¿Lo entiendes?
-No - dijo solamente el moreno - Es decir, si, pero no los entiendo
-¿Por volver a su vida de siempre? Lo echan de menos, esto solo es una novedad pasajera de la que se recuperan. La usan para darse cuenta de lo que echan de menos la vida cotidiana. Trenza lista - Casi en automático, Alma hundió las yemas de los dedos en el pelo de Kvothe y comenzó a hacer círculos entre los mechones cortos. El chico se recostó sobre ella y se dejó hacer - Creo que nadie se había quedado tanto tiempo.
-¿Pensaste que no iba a volver? Me he ido muchos días...
-Suelo hacerlo - admitió la morena - ¿Por qué ibas a quedarte?
-¿Por qué no iba a hacerlo? - la voz del ojiverde se tornó cansada y somnolienta y Alma empezó a notar como su cuerpo se relajaba y dejaba caer el peso sobre ella - Creo que me voy a dormir.
- De acuerdo - dijo ella, simplemente acomodándose mejor para que Kvothe pudiera reposar la cabeza sobre su regazo - Pero mañana me cuentas qué has hecho para acabar así de sucio después de una semana...
-O puedes intentar adivinarlo... - balbuceó Kvothe

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