Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

martes, 27 de octubre de 2009

Engaño

Fue todo demasiado rápido, casi no pude cerrar los ojos a la luz de los acontecimientos.

Una iglesia, estaba en una iglesia. Extraño. Nunca entraba en una. Nunca.

Seguí observando. No estaba sola. Policía. Por todas partes. Mi corazón comenzaba a latir de manera exagerada. La sola presencia de pistolas y olor a polvora disparaba todos mis sentidos.

Negro. FBI. Cascos por todas partes.

Me reconforté en mi abrigo negro. Y vi al hombre.

Se aferraba a una caja de madera, sentado en un banco. La policía hablaba con él.

Un hombre, destrozado interiormente, se refugiaba entre los hombres armados. Miraba con ojos de no dormir durante años al que estaba sentado en el banco.

El FBI negociaba con él. No, el FBI negociabamos con él. Entonces fui consciente. Una bomba. El hombre llevaba una bomba.

A mi lado, mi jefe con un megáfono le convencía de que no abriera la caja de música. Una caja de música.

El que se refugiaba entre los policias rezaba. Su vida dependía de que el otro hombre, que deliraba sobre su pasado, no abriera la caja.

Pero el del banco negaba rotundamente. Decía que esa caja era importante para él, y que no al entregaría.

Entonces la abrió. Todos esperaron una gran explosión, pero no la hubo. No era una bomba. Entonces comprendí.

Sacó una foto, una foto de su hija. Conmocionada, saqué el movil. Llamé lo más rápido que pude.

La señal del movil se me hacía eterna esperando que mi compañero cogiera el teléfono. Me impacientaba, el tiempo se agotaba.

Por fin descolgó ¡Sácalas de ahí! grité con desesperación.

Todo el cuerpo del FBI me miraba con curiosidad y horror, esperando que consiguiera la última esperanza de salvar a una familia.

Al otro lado del teléfono escuché como mi compañero apremiaba a Sarah para que saliera del coche hacia la casa.

Escuché las puertas del coche y escuché también sus pasos por el césped.


Lo último que escuché fue la explosión. Mi cara se descompuso. Colgué el teléfono.

El hombre del banco dejó la caja a un lado y se entregó. El otro hombre comenzó a gritar ¡¿Por qué?! ¡¿Qué te habían hecho?!

Con un grito ahogado se desplomó en el suelo y comenzó a sollozar.

Estaba clavada en el suelo. No me podía mover.

Un padre, había regalado a su hija nada menos que un pasaporte a la otra vida.

¡Sam! ¡Sam! mi nombre volaba por la iglesia. Si, seguiamos en la Iglesia.

Me di la vuelta y montamos en el coche. Dirección: explosión.

Casi no pude bajarme del coche al llegar. Allí olía más a pólvora que en la iglesia. Me mareaba.

La casa estaba en ruínas, quemada. El coche de mis compañeros estaba aparcadado en la acera, con las puertas cerradas.

Los bomberos ya estaban allí, pero supuse que nada se había salvado.

Nada ni nadie.

2 comentarios:

  1. que drástico, niña ¬¬''
    vale que a mi me gusten las series de policías, pero cuando escribes algo así no puedo evitar`preguntarme si hay alguna segunda lectura por detrás...
    aunque en este caso espero que no la haya.
    por tu bien^^


    /mer

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