Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

lunes, 8 de febrero de 2010

Perdí encontrarte

Paradoja en tiempo pasado. Basta una frase para sacar todo un texto.

Ella estaba sentada en la parada del bus, leyendo un libro. No esperaba ir a ningún sitio, simplemente leía. Me refiero a que no esperaba ningún autobús.

Pasó a su lado, y ella levantó la vista del libro. Se había quedado parada leyendo " Él pasó con ese caminar tan característico, haciendo que ella pusiera la mente en blanco. James..."

Cruzaron la mirada dos segundos. Y parecía que cada uno seguiría por su camino, pero ella volvió a levantar la vista del libro, y pronunció en voz alta: James se detuvo ante ella, examinando cada uno de sus precioso rasgos, finos, como la porcelana más cara.

No sabía que decía, ni porqué lo decía, simplemente siguió el impulso de leer en alto.

Se detuvo en seco, como atraído por una magia más potente que todo el mundo irreal que podría crear un niño a la tierna edad de ocho años, embrujado por aquel fragmento de libro.

Se giró, hasta quedarse a escasos centímetros de Delilah y con su voz profunda continuó el relato: " Ella es la voz profunda, dijo James entonces, susurrando todo lo bajo que pudo, pues sabía que aquella casa le estaba prohibida" Creí que las chicas de ahora no leían novelas tan antiguas.

-Tiene un paralelismo extraño. Por eso me gusta. Busco refugio en la literatura antigua, o acaso no es excepcional leer frases como " Ella es el tiempo propio y perdí encontrarla allá donde nunca nos despediamos, porque el tiempo era infinito y las horas acababan más tarde de lo convencional"

-Para una chica quizás si, para alguien como yo, todo se reduce a ñoñerías. Señorita, debería dejar de enfrascarse en estas novelas, y pensar en el futuro de mañana, algo más de provecho.

-Ahora es usted, ya que no lo conozco de nada, el que habla como si hubiera salido de una novela de amor de hace cincuenta años. Venga hombre, mira a tu alrededor, es la era de los vaqueros, las sudaderas y los tenis, no la de los vestidos con enaguas. Eso pasó.

Dominique se sentó a su lado, esperando a que terminara su rimbombante discurso sobre la modernidad. Pero nunca llegó a terminar. La joven abrió la boca para añadir algo, pero pronto la cerró, sin dejar escapar ningún sonido.

Cerró el libro de golpe, y se levantó, dándole vueltas al tiempo.

-" Tu eres el tiempo propio y perdí encontrarte allí donde nunca nos despedíamos" Realmente ¿Eso es lo que quieres oir de alguien que, supuestamente te quiere?

-¿Sigues sin entenderlo?-le respondió- Dominique, cuando alguien es el tiempo, es porque es como un reloj, marca la hora. Y que una persona sea el tiempo no es más que decir, que cuando pasas con ella una tarde, o cinco minutos, todo tiempos e te antoja eterno, porque no hay nada que pueda despegarte de ella, ni siquiera el propio paso de las agujas de un reloj. En definitiva, es como decir que a su lado, pierdes la noción del tiempo.

-¿Qué más da el tiempo?- replicó Dominique- Es ficticio, irreal, de cristal y como de nube. Y me parece increíble que en pleno siglo XXI se mantenga uan conversación de esta índole lingüística. Pero una vez empiezas...

-No hay carromato tirado por mula que lo pare, cierto- remató Delilah comenzando a reír- A no ser que alguien lo frene.

-Paro yo-dijo Dominique serio- Tener nombres horribles y del año de la pera no nso convierte en personas antiguas.

-Quien sabe, y Delilah me gusta. Cierto que con el tuyo quizás se hayan ensañado un poco...

-No, Dominique está bien. Es solo que es demasiado largo.

-Si prefieres que te llamen Domi... Acabarán por buscarte un mote demasiado gracioso para tu gusto.

-¿Quieres mi sincera opinión? Siempre va a existir un mote que te desagrade. No te puede gustar todo.

-Hablas con la persona que come helado de pistacho y avellana, en ese campo la palabra NO no existe en mi vocabulario.


Cerró el libro. Venía el autobús.


Ella es el tiempo propio... y me perdí encontrándola, en aquel lugar donde nunca nos despedíamos y donde las horas se alargaban más de lo real.

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