Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

lunes, 11 de enero de 2010

Distancia

A pesar del frío que hacía, ambas caminábamos por el centro en busca de un autobús que nos llevara a casa.

Iba pensando en que el año que viene quizás fuese el más horrible de todos. Hasta entonces, solo había necesitado tener una sensación de lejanía. Y no lo llevaba mal: entre llamadas de teléfono, visitas y las nuevas tecnologías que hacían todo más fácil... Era como si siempre estuviéramos juntas.

Pero en unos meses el mejor título para la película de nuestras vidas podría ser " Tú a California y yo a Nueva York" y la verdad es que eso era de todo menos tranquilizador.

La verdad es que ella estaba hablando, pero siento decir que fue la única vez que no le hacía caso. Hablaba de Londres.

Si, aquellas vacaciones que ahora se nos antojan lejanas, pero que llegarán pronto, como todos los exámenes, el día de la despedida y, posteriormente, un día peor: La otra despedida.

Pero yo no quería pensar en la última semana que estaríamos juntas, quería que todo siguiera como en nuestros sueños infantiles, lejos de pensar a donde nos iríamos a estudiar, lejos de pensar en nuestro distanciamiento.

Realmente, la que más pena me da es la que va a mi lado. Porque es a la que menos conozco. Y no por no haberme fijado en ella antes, sino simplemente porque nos conocemos desde hace dos años. Y sin embargo, yo seguía pensando en mis cosas, a pesar de hacerle caso, y disfrutar de cada minuto a su lado.

Hace tiempo que aprendí la importancia de un periodo de tiempo tan corto como el minuto. Al principio puede parecer insignificante, cuando tienes todo el tiempo del mundo lo es, pero un minuto puede ser el tiempo decisivo para casi cualquier cosa.

En un minuto se responde si, no, un tal vez muy rápido, o se articula un gesto que lo dice todo en menos tiempo del que te costaría explicarlo con palabras. Un minuto con una persona a la que ves poco es realmente tan o más valioso como el oro.

Pero tú no te pasas el minuto diciendo " Qué importante es este minuto ahora" porque si lo dices lo perdiste. Simplemente lo vives, lo disfrutas, sin pensar en que eso se terminará y romperá.

Bueno, no siempre tiene que romper, pero siempre crea sensación de ser dos cosas distintas.

Absorta en mis pensamientos, y advirtiendo de que ella se había callado y me miraba con cara de no haberla estado escuchando, por lo que deduje que algo me había preguntado, bajé la mirada y, ante mis ojos perplejos, mis tenis eran blancos.

No es que hubiera descubierto el color de mis tenis, a pesar de que eran nuevos, si no que mis tenis solían tener un color negro y habría jurado que esta mañana seguían del mismo color.

Miré hacia arriba, y algo frío cayó en la punta de mi nariz: nieve.

¿Nieve? Extrañada miré hacia la bocacalle y descubrí el mar entre la hilera de edificios y las columnas de las obras.


Recordé entonces tantos momentos juntos que sufrí un choque emocional. El tiempo, aquel que nos acopaña en silencio durante todo nuestro viaje, aquel que nos transporta a momentos infinitos, y aquel que parece pararse cuando nosotros lo deseamos.

Ella seguía mirandome extrañada, sin comprender el baile que mi mente formaba a mi alrededor, sin ver las secuencias que pasaban por ella al mirar hacia todos los rincones, y que parecían tan reales como el suelo que estábamos pisando.

Comencé a dar pasos en falso hacia un lado y otro empezando frases que no terminaba "Allí fue donde..." "Este es el lugan en el que..." "En esta esquina..." Me miró con cara de preocupación y entonces se desvaneció.

Pronto me di cuenta de que todo era producto de mi imaginación. La nieve, ella, las imágenes nítidas que pasaban por mi mente, todo me lo había inventado, lo había soñado.

Pero yo seguía allí, en la calle, recordando todos los momentos anteriores a mis 18 años, como una loca atrapada en sus recuerdos.

Mis tenis siempre habían sido blancos, hacia meses que ella no recorría esas calles conmigo de vuelta a casa.

Lo único que continuaba igual era yo, ahora quieta y con una cara de extrañeza pintada. Y mi archivador.

Lo abrí por la parte de atrás, y encontré las fotos de la gente a la que quería pegadas en la tapa de pasta.

Al llegar a casa cogí el teléfono y llamé: 986... Me cogió una voz cantarina al otro lado del teléfono ¿Elena? ... ¿Está tu hermana? ... Ya, claro ... Si, si, espero ... ¡Ana! ............

Si, si, esto ¿Allí está nevando? ... Si, nevando, me has entendido bien ... Ajá ... No, por nada ... ¡No te estoy mintiendo! ... Vale, vale .... Ana a cenaar ... Hay cosas que nunca cambian ...

Buenas noches.

Y llamé al siguiente número.

No hay comentarios:

Publicar un comentario