Tenlo claro...

La primera vez que traspasó aquella puerta, apenas alcanzaba el metro de estatura. Se quedó en el umbral, aspirando el aroma a magia que desprendía aquella casa. La estancia estaba en penumbra, iluminada únicamente con una luz anaranjada, sin fuente aparente, al menos el pequeño no sabía de donde venía.

Se atrevió a dar un paso, y otro, y otro, hasta que se encontró de frente con la dueña de la casa, la que lo había traído hasta allí. Estás entrando en el mundo de los sueños, el mundo de las artes, el mundo ficticio y real, donde todo se rompe y se regenera de nuevo. Donde todo es infinito. Ahora te lo creerás, pero cuando seas mayor, empezarás a ponerlo en duda.

Los adultos son todos unos ilusos, no saben que la literatura lleva a todas partes.

jueves, 14 de octubre de 2010

Cruce de caminos

Si Elle... Todo bien por aquí, jaja sii todo sigue igual, poco movimiento pero mucho trabajo, no sé todavía no tenemos nada planeado... Si, si muchas ideas, pero... No hay nada... hablado aún, ... No te preocupes, estará listo, ¿No confías en mi?


Alma se sentó tras colgar el teléfono, suspirando de alivio y cerró los ojos. Observó la habitación en la que pasaba la mayor parte de las horas de su tiempo. Era una oficina, iluminada por la luz del sol que entraba directa a espaldas de Alma, ya que la pared que antes ocupaba ese lugar ahora era una gran cristalera. El escritorio,de ébano, estaba situado casi en el centro de la estancia, bajo la moqueta de color azulón. Justo detrás el sillón negro, giratorio, confortable y blando, como una nube.

A la izquierda, según las vistas de alguien sentado tras el escritorio, la estantería de cristal con múltiples libros sobre arquitectura, edificaciones, construcción...y a la derecha, la puerta.

El ordenador zumbaba ligeramente, casi imperceptible, sobre la mesa. Planos enrrollados descansaban en una cesta al lado del mueble.

Alma cerró los ojos. Peor de poco le sirvió el momento de calma: a los cinco minutos, la voz estridente de la secretaria y irrumpió su ensoñación.

Alma, Elle al teléfono.... Otra vez

Alma recibió la llamada de nuevo.

"¡Qué va! Estoy perfectamente... Si, es cierto hace mucho que le veo. Y es cierto que lo extraño, pero ya no somos estudiantes ni universitarios, no vivimos a media hora, vivimos lejos, vivimos muy lejos Elle... Supongo que tienes razón. Oh, si cristalera por supuesto, en el segundo piso, ya hbía pensaod en tu obsersión pro las vistas y la estética. Ya sabes que eres mi cliente más exigente, y eso me encanta. Me hace sacarme de mis obras estándar... Si, tranquila, estoy bien, todavía no he plasmado su cara en una de mis obras, es es buena señal jaja. Si, mañana te enseño todo"

Tras colgar de nuevo, se giró en la silla y observó la ciudad a cuarenta pisos de altura. Los edificios, contundentes, formando una cuadrícula úrbana, dejando a ls calles tan abajo que parecían los hilos de uan tela de araña.

Alma, tienes visita

-Que pase- Alma no entendía por qué hoy tenía tantas cosas que hacer, pero no el quedaba más que apechugar con su trabajo. Eso acordó cuando alcanzó este estatus, y no iab a menospreciarlo un solo día de su vida.

Un chico rubio, trajeado, con manos de cirujano entró por la puerta, con aquella sonrisa tan característica.

Alma se giró, consideró cada una de las lineas que formaban aquella imposible aparición en su despacho y después salió corriendo como una niña pequeña, como hacía tantos años... Como tantos años hacía que no se veían.

-Tengo un trabajo para ti, ¿Crees que podrás hacerlo como yo quiero?

-Hace años que tengo los planos de una casa en la playa- Alma se acercó a la cesta metálica de al lado de la mesa y sacó varios folios enrollados- A ver que te parecen.

-Y luego vamos a comer-dijo el médico mirando el reloj- ¿te parece?

Alma asintió.

-Déjame llamar a Elle, había quedado con ella, le diré que venga.

Y por tercera vez en media hora, volvió a llamar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario